¿Al colocar un disco de vinilo sentimos a la orquesta en casa?
La calidad sonora y la alta fidelidad bajo la opinión de Marco Gozar, columnista de Salserísimo Perú.

Es necesario que sepan acerca de mis antecedentes musicales para calibrar mejor la parte técnica de mi propuesta. Soy una persona que hace muchos años vive en contacto con los discos de vinilo -nací a inicios de los setenta-, primero como el más pequeño de la casa que cambiaba los discos mientras los mayores bailaban; y luego como heredero forzoso de una colección de discos de vinilos de salsa que disminuía cada vez que mi hermano regresaba a Lima tras visitar a sus amigos llevando mi sonora herencia en gruesas bolsas. Esas gruesas bolsas volvían vacías.
A corta edad y con las buenas propinas que tuve la suerte de recibir, comencé a comprar mis propios discos de vinilo. Y hoy varias décadas después, tras mi paso por la universidad y mi ejercicio profesional, sigo adquiriendo discos. Durante estos años, me tocó pasar por varios niveles de equipos de audio, y miles, miles de discos de vinilo han pasado por mis oídos adictos. En la actualidad, administro el Archivo de Discos de Vinilo de COINN que alberga una colección de 5 dígitos, en lo que a unidades discográficas se refiere.
Hace 15 años aplico la conservación preventiva de documentos a los discos de vinilo (¿sabían ustedes que, técnicamente, los discos de vinilo son documentos?). Debido a ello, me interesé en investigar no solo sobre la génesis de los discos de vinilo sino sobre todo lo que tiene que ver con ellos. Por eso, la calidad del sonido es un tema que hasta hoy sigo explorando. Aquí termina mi mambo, vamos ahora sí al solo de boca.
Para que se cumpla el fenómeno de la calidad sonora es necesario que coincidan elementos condicionantes que deben alinearse. Me concentraré solo en los discos de vinilo pues es allí donde puedo sentir que el desenfoque es mayor, aunque lo que voy a compartir se aplica a cualquier soporte. Esta es una lógica que pretende servir como marco de evaluación sonora.
En el caso de los discos de vinilo, una de las características que los define es la fidelidad, su alta fidelidad para ser más exactos. Muchos la relacionan con esa sensación que suscita un disco de vinilo que es reproducido y que nos hace sentir que tenemos a la orquesta frente a nosotros. “¡Se escucha como si la orquesta estuviese en nuestra misma sala!”, le he oído decir a muchos. Se habla de un sonido vivo, con amplios matices y brillos y que hace que la música se sienta en vivo y en directo, que la música se sienta viva y que te haga sentir vivo.
Pero, ¿realmente suenan así de perfectos los discos de vinilo? Me tocará formular la más odiosa de las respuestas: depende. ¿Y de qué depende? Haré una breve lista de algunos elementos (¡que quede claro que no son todos ni casi todos!) que deben estar presentes y que deben funcionar óptimamente y ser de excelente calidad (atención con estos dos simples detalles) para que se dé la magia del vinilo.
Advertencia: seré lo más coloquial posible, habrá alguna que otra palabra técnica, pero privilegiaré la claridad del mensaje, por lo que la presente descripción no es apta para audiófilos sabelones ortodoxos sino para amantes de la música open mind, ¡más nike! (CONTINUARÁ)