Bomba y plena en el barrio de Ismael Rivera [GALERÍA]
Cada lunes el sabor más tradicional de la Isla del Encanto pone a bailar al vecindario de Santurce. Salserísimo Perú fue testigo de uno de estos sabrosos encuentros.

Martín Gómez V.
La percusión en la bomba puertorriqueña también mata las penas. El denominado estado libre asociado de los Estados Unidos se juega un momento crucial en su economía, pero su gente parece estar desconectada de aquello y busca el goce en sus dos ritmos tradicionales: la bomba y la plena.
El contacto con África agita las emociones. La tradicional avenida Eduardo Conde, en Villa Palmeras, se abarrota de gente. Chicas y chicos, de distintas edades, se alejan del regueton y vuelven a sus raíces. La bomba que identificó a los esclavos africanos, ahora se escucha en una propuesta de jóvenes que mantienen lo suyo. Un tipo se me acerca y me dice: «es que la bomba y la plena no puede dejar de tocarse en el barrio de Ismael Rivera. Yo vengo todos los lunes y me alegro el alma».
Danitza baila con sus faldas multicolores y la gente aplaude. La percusión se acentúa y es inevitable no pensar en los tambores afroperuanos, en esos que también se escuchan en Chincha. La improvisación es parte de la fiesta. Quien desea sube a la tarima y deja expresar lo suyo.
Todo esto ocurre en la terraza Bonanza, chinchorro que se ufana de ser el mejor de Santurce. El ingreso es libre, la gente invade con el baile hasta un carril de la avenida. No hay restricciones para el goce. La cerveza cuesta un dólar. Y, tal como está Puerto Rico en lo político y económico, sobran los motivos para inyectarse de música. La percusión, ya lo dijimos, mata las penas.