Charlie Palomares: «Yo soy bien chalaco, me gusta serlo»
A dos años de la partida del compositor de ‘Guajira porteña’, Salserísimo Perú narra la última conversación con el recordado pianista.

Charlie Palomares fue testigo y protagonista de cómo fue desarrollándose la música tropical en el Perú. Sin embargo, y como muchos otros importantes personajes, se ha marchado en absoluto silencio.
Su corazón dejó de latir este lunes luego de las 5:00 am, en uno de los ambientes del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas, a donde ingresó acompañado de su hermano Eduardo.
La última vez que lo vimos fue en la penumbra de su casa, enclavada en la calle cuarta del picante barrio Chacaritas, en el Callao.
Llegamos para hacerle una entrevista para el reportaje «Callao: una salsa por la paz», que abordaba el estado de emergencia en el Primer Puerto.
«Me molesta cuando hablan mal del Callao», fue lo primero que nos dijo. Era un chalaco de pura cepa, no solo por su orgullo al hablar, sino por su piel color cobre, como muchos pescadores de la zona.
Precisamente, su amor por el Callao lo llevó a componer una de las guajiras más sabrosas que se le ha dedicado a la Provincia Constitucional: «Guajira porteña», un sorbo de dignidad para el nacido en esta tierra resguardada por las islas San Lorenzo y El Frontón.
La entrevista es interrumpida por el golpe de la puerta. Uno de los muchachos de la calle le pide un vaso con agua y él se lo da. «Hay que ayudar, siempre», dice.
Charlie no era tan afecto a las entrevistas, de eso nos enteramos a mitad de la conversación cuando nos cuenta que trabajó por más de treinta años en el famoso hotel Crillón, al cual dedicó otra de sus obras «Jardín tropical». Allí compartió y conoció a más de una luminaria de la salsa.
Pero esos tiempos se habían marchado. Luego vino la temporada de descargar en un crucero por el Caribe y después la Vieja Trova. En los últimos meses, estuvo haciendo su música en un restaurante de Chorrillos.
«Por ejemplo yo vengo de trabajar a la una de la mañana y tengo que dejar mi piano en Lima porque ningún taxi quiere venir, salvo que sea un conocido, pero normalmente nadie quiere venir», explica.
La inseguridad es a lo que menos le teme Charlie que ha vivido mucho y ha dado mucho también. Mucha música a un pueblo que vive de ella. «Yo soy bien chalaco, me gusta serlo», añade con orgullo.
Sus familiares, amigos y colegas de la música lo están despidiendo en el Velatorio San Miguel Arcángel, ubicado en la avenida Precursores 201, Urb. Maranga, San Miguel. El sepelio será este 10 de mayo luego de las 2 de la tarde en el cementerio Mapfre, de Huachipa.