La nueva generación de la salsa en Cali, por Umberto Valverde
El talento de los músicos caleños es inagotable. Umberto Valverde reflexiona sobre el trabajo de los artistas más jóvenes de su país. Con esta entrega, el reconocido periodista y escritor empieza sus colaboraciones con Salserísimo Perú.

Por: Umberto Valverde
El día que murió Héctor Viveros, Carlos Córdoba, bajista de la orquesta de Willy García y director de Bole-Oro estaba en su casa, sobre las ocho de la noche, cuando le llegó un mensaje de Claudia, la esposa de Héctor Viveros, anunciando que había muerto. Carlos Humberto Gálvez, más conocido como Piolín, pianista de la orquesta Guayacán estaba en Vitoria, España, a punto de empezar un concierto con Guayacán. Cuando le entró el mensaje a su WhatsApp se quedó pálido y le avisó a sus compañeros.
Carlos Córdoba y Piolín se conocieron en el 2001, cuando AAB Producciones organizó un espectáculo llamado Tributo a Héctor Lavoe, escrito por Umberto Valverde, para el cual vinieron Alfredo de la Fé como director musical, Ray Sepúlveda como cantante y el pequeño Johnny, hoy en día conguero de Eddie Palmieri. Ese fue el preludio de lo que posteriormente sería Delirio, un show con bailarines y orquesta. Desde ese encuentro, cuando Carlos Córdoba tenía 14 años, me dice: “Yo lo quiero con ropa y todo”.
LOS BOLEROS
Un poco después, entraron a Los Niches donde permanecieron mucho tiempo. En sus primeras giras a Ecuador, donde tenían un gran mercado, se juntaban en la habitación de Héctor Viveros para oírlo escuchar boleros. Ahí siempre estaba Carlos, con su guitarra, Leo Sarria, y, a veces, Piolín. Córdoba llevaba presente todos los boleros que su padre, criado en el barrio Alameda, le hizo escuchar en su infancia, especialmente Rolando La Serie y la Sonora Matancera. A veces, en ese grupo también entraba Sandro Barragán, el otro cantante de Los Niches, el mismo Pichirilo, cantaban Madrigal, algunos temas de Los Panchos.
Desde ese mismo momento, Carlos Córdoba tuvo la idea de conformar un grupo exclusivamente dedicado al bolero, integrado por maestros en ese género, fue una iniciativa que demoró varios años hasta que logró iniciarla, con Héctor Viveros y Leo Sarria como cantantes. Su propósito era hacer un grupo que desde el comienzo marcara un camino y así ocurrió. Su primera presentación fue en Zaperoco y la convocatoria fue total. Córdoba me enfatiza: “Yo quería hacer el mejor grupo de bolero, que es parte de la salsa, en Cali, en Colombia, y respetado internacionalmente. Ahora estoy orgulloso porque muchos melómanos y musicólogos me aseguran que en Cuba no existe un grupo de nuestra dimensión”.
Héctor Viveros, quien participó de la primera producción del grupo Niche en 1979, después permaneció en Bogotá por más de una década tocando con Los Tupamaros y Los Caribe, haciendo shows con Willie Salcedo, con quien grabó un gran tema llamado Falsedad, regresó al grupo Niche de Jairo Varela en 1987, para hacerle coros a Tito Gómez, pero se presentó la circunstancia de un enfrentamiento con Varela y se fueron casi todos a conformar Los Niches, donde estuvo casi por quince años. Hasta que el final de su vida, tres años antes, Carlos Córdoba, un joven que él vio crecer, le ofreciera la oportunidad de vivir el esplendor de su voz, cantando boleros, Negrura, Las Cuarenta, Aunque me cueste la vida. Así se fue, descubriendo que su voz era para el bolero.
Carlos Córdoba llegó a la música tratando de expresarse en la percusión. Su padre le aconsejó un instrumento armónico o melódico, y le consiguió un profesor de guitarra, llamado Javier Escobar.
En 1994, en el colegio Santa Librada, estudiante el bachillerato, convocaron para armar la banda de la institución. Su profesor era Virgilio Hurtado, hoy en día cantante de la orquesta de los Hermanos Lebrón de Nueva York, en ese entonces tocaba con Proyecto Omega. Virgilio le dice que toque el bajo. Le enseñó los acordes de Llorarás y Pensando en ti. Cuando el colegio compró un auténtico bajo tuvo problemas con el grosor de las cuerdas, pero se acostumbró.
Entró a una orquesta infantil, llamada Caña y Sabor, dirigida por Eduardo Torres.
Y dio un salto enorme, al llegar a la Cali Charanga, una orquesta reconocida de Cali, a los 12 años. Pasó por Tumbadora, una agrupación femenina, que combinaba algunos instrumentistas hombres, dirigida por Jorge Gilkes, estuvo por Bentú, de Carlos Bejarano, hasta que llegó a Los Niches, con 17 años, donde permaneció ocho años. Valora que con Los Niches acompañaron a grandes cantantes, entre ellos a Henry Fiol, Adalberto Santiago, Luisito Carrión, Andy Montañez, Cano Estremera, Raúl Marrero, Alci Acosta, Hansel Camacho, Álvaro del Castillo, Gustavo Rodríguez y el gran Nelson Pinedo. Córdoba me dice: “Más que una orquesta fue una excelente escuela, es como si hubiera ido a la universidad y me hubiera graduado”.
Carlos Humberto Gálvez, Piolin, nacido en Tuluá el 2 de febrero de 1978, sin antecedentes musicales en su familia, con interés que le provocó un pariente coleccionista de música colombiana y tropical, aprovechó que su padre compró una casa en otro barrio, muy cerca donde ensayaba un grupo llamado Swing, que tocaba de todo. Carlos, tenía seis años, pero no se rindió hasta que le permitieron entrar a los ensayos y empezó a tocar percusión.
Wilmer Cano, por primera vez, le enseñó los acordes de un piano. Su padre le contrató una profesora, Nubia Alvarez y después con Héctor Cedeño, que le corrigió la postura, los dedos y si no se concentraba le daba regla. Su primer grupo fue a los 11 años, Son Latino. Después se fue a Cali con Argé, de Mario Cruz, que hacía imitaciones, y no se perdía ninguna presentación de las grandes orquestas de salsa que venían a Cali y también a Tuluá.
Le dieron la oportunidad de entrar a la Fórmula 8, de Aldemar Quiñonez.
Por ese entonces, conoció a José Fernando Abadía, que le enseñó a producir. Recibió clases de Cicerone Marmolejo y otros pianistas. Igualmente, a través de Alberto Ramírez, un gran productor de jingles, conoció el mundo de la publicidad.
Eran buenos tiempos y graban seis jingles por día. Entonces lo llaman de Los Niches, donde vuelve a encontrarse con su amigo Carlos Córdoba, para él, “uno de los mejores de Cali, junto con Jorge Herrera, Julio Valdés, Sarli Delgado”. Por esa trayectoria le llegan los buenos tiempos.
En Cali, se convierte en director musical de Henry Fiol y, por un tiempo, de Yuri Buenaventura, de Roberto Blades. Además acompaña a todos estos boricuas que pasan por Cali. Es la etapa de esplendor de Yuri Buenaventura, haciendo giras en Europa donde tiene experiencias inolvidables. Por ejemplo, en un festival de salsa, donde Yuri Buenaventura llena toda una plaza de toros, y al otro día, Blades no convoca ni el cincuenta por ciento del mismo espacio. En otra ocasión, una cantante francesa protestó porque el público se salió faltando 15 minutos para terminar su concierto, es que todos iban a escuchar a Yuri Buenaventura.
PIOLÍN Y JAIRO
Por esos tiempos, visitaba mucho a Jairo Varela para ayudarle en asuntos digitales de grabación. A Varela le obsesionaba toda la tecnología. Nunca había escuchado a Piolín y cuando lo escuchó le dijo de inmediato: “Piolin, háblate con Yanila para que te saque la visa, vas a ser del Grupo Niche”. Era como una orden, era el estilo del maestro. Piolín, con respeto, le dijo: “Maestro, tengo un problema, yo estoy con la orquesta de Yuri Buenaventura y estamos viajando mucho, no lo puedo dejar ahora. Eso -cuenta Piolín-, lo molestó, me dejó de hablar como un mes”.
Carlos Córdoba salió de Los Niches y fue gira por Europa con Son de Cali, cuando se separan Willie García y Javier Vázquez, se queda con la orquesta de Willie, donde permanece. También una vez, el maestro Jairo Varela lo llamó: “Estaba para empezar una gira con Willie y me timbró el celular. Era el maestro que me ofrecía estar en Niche. Le expliqué que no podía, que tenía un compromiso adquirido”.
Cuando Carlos Córdoba organizó Bole-Oro llamó a Piolín. Es más, es el autor de casi todos los arreglos musicales de la banda. Sin embargo, después de un tiempo, Córdoba le explicó que deseaba tener en el piano a Álvaro Cabarcas, el famoso Pelusa, por su trayectoria en esa música.
Piolín lo entendió a la perfección. Es casi como un pianista alterno de la agrupación.
Bole-Oro ya tiene su primera producción de diez temas. Una versión inolvidable de Héctor Viveros fue Cómo Fue, del Benny Moré.
Carlos Humberto Gálvez, Piolín, como le pusieron en el grupo Argé, porque era muy flaquito, tiene un proyecto propio, Tumbao, al cual le quiere dar identidad, al respecto nos dice: “Eso es muy difícil, eso lo hicieron los maestros Varela y Alexis Lozano, crearon orquestas con un sonido especial, que todo el mundo los reconoce, para nosotros, hoy en día, sin industria disquera, viviendo de las presentaciones en tarima no es fácil, pero poco a poco, ya la gente sabe qué hacemos nosotros”.
INFLUENCIAS
Córdoba es un incondicional de Rolando la Serie. Piolín escucha baladas de los sesenta, Roberto Carlos y Nino Bravo. Piolín admira en su instrumento a Ricardo Ray y Papo Lucca. Carlos Córdoba tiene para presentar a Marcos Micolta, ex cantante de Peregoyo y su Combo, como nuevo cantante de Bole-Oro. Es un hombre mayor, pero sabe y tiene estilo. Muchos quieren estar ahí, fue una lista larga. Pero se decidió por la experiencia. Piolín acaba de grabar una producción con Yan Collazos en Puerto Rico, con grandes maestros de esa isla.
Afirma que Cali es una ciudad llena de grandes pianistas, empezando por Cabarcas, el gran Pelusa, pasando por jóvenes como Víctor González y Daniel Gutiérrez, Julio Cortés, Oscar Iván Lozano, Andrés Gómez, Luis Carlos Ochoa Jr., y el mismo Alfredo Linares, peruano de nacimiento, pero caleño por adopción.
Después de José Aguirre, director del grupo Niche, creador del proyecto Cali Big band Salsa, Carlos Córdoba y Carlos Humberto Gálvez, Piolín, son los músicos jóvenes con mejores propuestas en Cali, con una indiscutible calidad técnica, con una larga experiencia porque entraron a orquestas reconocidas a una edad muy temprana, Córdoba a los 12 con Cali Charanga, Piolín a los 14 años con el grupo Argé.
Córdoba es seguro, sabe a dónde va, Piolín, es un convencido de lo que hace, el sonido de su piano es callejero, es el piano que rasga la noche salsera de Cali. Acaba de hacer la nueva producción de Yuri Buenaventura para Francia, con José Aguirre como director. Córdoba acaba de recibir el reconocimiento de los Latin Grammy por su participación en el tema que hicieron con Choquibtown, Cuando te veo.
Es la nueva generación salsera de Cali, después de los maestros, pero con un talento indiscutible, haciendo su propio presente y destino. Son los músicos del Siglo XXI.
- El 6 de mayo de este año, Umberto Valverde hizo una primera reflexión para El Tiempo. En la edición de Salserísimo Perú, incluye mayores detalles.
[…] estudia Ciencias Políticas en la Universidad Javeriana en Cali y está empeñada en mantener el legado de su padre. Y su compromiso no ha quedado en el […]