‘El adiós’ de la Zodiac fue un caso de la vida real
El Tata Cirino, compositor de esta famosa canción, falleció y aquí lo recordamos con la entrevista que le hicimos en Loíza, Puerto Rico.

Por: Martín Gómez
Cuando Carlos Tata Cirino escribió ‘El adiós’ aún no había nacido la orquesta Zodiac. La inspiración le vino de golpe una tarde en Nueva York. Una chica no había llegado a la cita y él, que intuía el final de ese corto idilio, plasmó su despedida en una hoja de papel.
En ese momento no imaginó que esa sería la pieza insignia de la orquesta Zodiac. Y nosotros, salvando las distancias, no imaginábamos encontrarnos al compositor de este clásico en un domingo de marzo de 2017. El Tata sonríe al ver nuestra curiosidad.
Nos cuenta que en 1969 se fue a Nueva York y que esa no fue una gran idea. Que allá los sueños se le destruyeron. Que el barrio del Bronx realmente era duro. Por eso, dos años después regresó a su Puerto Rico, donde al menos sí podía solucionar el hambre. Así de cruda era la cosa.
En esos años fue que escribió ‘El adiós’, ‘Melancolía’ y ‘Vive la realidad’. Temas punzocortantes por donde se le mire. Y en el Callao y alrededores claro que se escucharon. La voz de Paquito Pérez deambula aún en la avenida Saenz Peña. Y el Tata no conoce aún el puerto peruano. Pero pide que le contemos a los salseros de Perú que ‘El adiós’ se grabó en un disco 45 y en pocos minutos. Sus amigos, José Luis Vizcarrondo y Tony Escobar, además de recibirle el tema, lo invitaron a la grabación y él vio en directo cómo se fue plasmando el tema. “Yo tenía idea de qué arreglos podrían funcionar. Lo del poema de José Angel Buesa fue algo que salió de momento. Uno de los músicos había sufrido un desengaño y sugirió añadirlo. Quedó bien”, nos narra el Tata.

En sus ojos conviven anécdotas y mil historias. Siente que fue una excelente idea regresarse a Puerto Rico. Siente que aportó a la Zodiac. Pero, además, le queda clarísimo que si no retornaba, quizás no hubiera trabajado los trece años que lo hizo como cantante para la familia Ayala, guardianes de la bomba en Loíza. Y eso sí hubiera sido un pecado.
El Tata sigue vigente. Colabora con Marcos Peñaloza, el líder de Tambores Calientes; vacila con la familia Ayala en su querida Loíza, y ha tirado al zafacón -bote de basura- la melancolía. Añade, antes de terminar la entrevista, que hace rato olvidó a aquella ingrata que lo traicionó. “Tengo 69 años de edad y soy un guerrero de pura cepa”, dice el Tata. Y seguro que es verdad.