¿Por qué Ismael Rivera no volvió a cantar tras la muerte de Cortijo?
La amistad entre Ismael Rivera y Rafael Cortijo nació en el colegio. Allí se conectarían en especial por su afición a la música y, con los años, hasta se harían compadres. Estos son los recuerdos de la hermana del Sonero Mayor.

Aquello de que los amigos son la familia que se elige funcionó a la perfección entre Ismael Rivera y Rafael Cortijo. Ellos se conocieron muy niños. Rafa era un poco mayor que Maelo. Ismael estaba en séptimo grado y Rafa en noveno. Al principio, mamá Margot le decía que era muy grande para ser su amigo. “No, mami, este chamaco toca conga, es percusionista”, le decía el pequeño Ismael. Y su madre le respondía. “Pero tú fuiste a la escuela a estudiar…”
Pero no había quien detenga a estos chicos. Unos días después, Rafael ya estaba visitando la calle Calma. Y Maelo empezó a devolver la visita yendo a la 21, donde vivía Rafael.
La hermana del Sonero Mayor, Ivelisse Rivera, cuntó a Salserísimo Perú que las reuniones en el barrio de Rafa eran los domingos por la noche y que Ismael se empecinaba en ir. A veces lo llevaba su abuelo Sabino. Pero Ismael debía regresarse solo. Y en más de una oportunidad fue a dar al cuartel. En esa época, los niños no podían estar en la calle luego de las 9 de la noche.
Ellos fueron creciendo, eran la alegría del barrio. Rafa, en palabras de Ivelisse, era más tímido. Por eso, cuando salieron por primera vez en la televisión, toda la vecindad se arremolinó en la mueblería que era la única que tenía dicho artefacto. Allí la gente se quedó asombrada de cómo Rafa se transformaba al tocar en la orquesta.
Los años pasaron y se hicieron compadres. Vinieron los años duros de la cárcel, la época de Ismael en Nueva York. Y miles de vivencias que se dejaron grabadas en pentagramas, tarimas y noches de música.
Cuando Rafa muere, Ismael se llena de una tristeza tal que hasta dejó de cantar. No pudo soportar que su amigo de toda la vida, su hermano, no esté más. Fue un duro golpe. “Mi hermano quedó con la voz muy ronca”, nos cuenta Ivelisse. Mami le decía: “Ismael, te tengo que preparar un remedio para la garganta, esa es tu herramienta de trabajo”. Y él le respondía: “no, mamá. El maestro se murió y se llevó la llave”.
Ivelisse recuerda que luego de aquello Ismael hizo una presentación en Ponce. “Pero seguía ronco. Ya luego no lo hizo más. Cuando Cortijo se murió, terminó Ismael…”.