Las Leyendas Vivas de la Salsa es el refugio de los salseros más bravos del planeta
La Dee Jay de Jerry Hernández, la orquesta Narváez y Johnny Colón destacaron en el estelar de la quinta edición de Las Leyendas Vivas de la Salsa. Esto ocurrió exactamente hace un mes en Medellín.

Por: Martín Gómez V.
Edgar Berrío me cuenta, eufórico, que son 8 mil asistentes a La Macarena. Estábamos a mitad de concierto y fue lo primero que dijo al verme. Allí están los 8 mil los salseros que volvieron a apostar por lo diferente, por la salsa dura que se hizo en los años 70′. El empresario volvió a correr el riesgo. Ganó otra vez.
Esto ocurrió hace un mes en Medellín, Colombia. De pronto, el hotel Dorado de la céntrica carrera 70, fue punto de encuentro de esa sufrida fanaticada salsera que sigue a sus artistas sin importarle la distancia. Hay mexicanos y peruanos. También colombianos de todos los rincones.
El 30 de marzo en La Macarena la bravura los reunió nuevamente. Con el supremo respeto que merecen las orquestas y artistas que pueden presentarse, por ejemplo en el Día Nacional de la Salsa en Puerto Rico, aquí el feeling es otro. Las Leyendas Vivas de la Salsa escribe su propia historia bajo la batuta del empresario Edgar Berrío, un confeso coleccionista cuyo mayor logro es revivir agrupaciones que muchos daban por muertas.
El bloque estelar del concierto lo abrió Jerry Hernández y la orquesta Dee Jay. Tocaron después de las 7 de la noche. Trombones fieros adelante y «yo conocí una mujer / que tenía dos esposos…». Yemayá y Obatalá. A cantarlo porque esto no es cosa de todos los días. Incluso, es probable que no nos alcance la vida para gozar otra vez con la Dee Jay. Admirable la vitalidad del maestro Jerry Hernández. Su cantante fue Ángel Ríos. En los coros apoyó el peruano Pablo Torres. Alguien me dijo: “esto recién empieza y nos agarra fríos”. Con 140 mil pesos se puede adquirir una botella de ron y quien puede, puede. En la zona de palco el ambiente estuvo caliente. Pero las graderías traspiraban más. Una bandera de Canadá se agita en la multitud. Es que realmente a La Macarena llegan salseros de todos lados.

Con la orquesta Narváez en tarima, temprano, se rompió aquello de ‘vamos de menos a más’. El goce estuvo en los primeros momentos del concierto. ‘Obra del tiempo’, ‘El malo’, ‘Sabiduría’ nos devolvieron al sonero Armando Vázquez. El cantante, que se asume cristiano practicante, tuvo frente a sus ojos a un coliseo revuelto. Conmovió el mágico matrimonio entre los paisas salseros y la Narváez. Papote Jiménez y Renzo Padilla respiraron su juventud en el micrófono. ‘Vamo a gozar’. Papote fue un showman. Renzo propuso lo suyo con elegancia. Un solo de boca de ambos. Dewell Narváez, el trombón director, pensó hasta el más mínimo detalle. Pero llamó la atención que José Mangual Jr., esté casi escondido atrás y no se le exponga tanto. Hay que resaltar el trabajo de los músicos colombianos que apoyaron a la banda de los trombones duros. «A mí me llaman el terror…»
La Narváez dejó la mesa servida para el maestro Johnny Colón. No la desaprovechó. Con su participación el concierto llegó al clímax. Fue uno de los más aplaudidos de la noche. ‘Merecumbé’ revivió emociones contenidas probablemente toda una vida. Johnny se lució tocando varios instrumentos, cantando. Un hombre orquesta. De diez personas entrevistadas por Salserísimo, nueve opinan que lo del maestro fue espectacular. ‘Déjame en paz’ y ‘Cuero estirao’ se agotaron en las voces roncas del público. Los abrazos y el griterío dibujaron en paralelo esta particular fraternidad extendida a golpe de montuno, boogalú y guaguancó.
Latin Tempo, liderada por Louis García, vino después. ‘Aléjate viento de agua’ y otra vez el despelote se armó en el coliseo. Darvel García, hermano de Louis, estuvo en la delantera. La tarima de las Leyendas Vivas de la Salsa liberó energía. Acercó generaciones. Si alguien fue con la novia por primera vez y no era salsera, seguro que ya la convenció. Esto es otra cosa. ‘Se sufre’ diría Danny Mercado. Pero aquí no se sufrió nada, se gozó.
Ray Olán al piano y el público pide que suelte ya el primer tema. Ray demora, hace figuras con el teclado. ‘Dulzura en domingo’ para abrazarse, pero el público quería goce. Es que con todo lo anterior, ya la gente quería sabrosura directa a la yugular. ‘El swing’ y ‘El músico’ en la voz de su cantante Héctor Mayoral calmaron las ansias. Queda pendiente ver a Ray con su propia orquesta. El bongosero peruano Koko Escalante se quedó con las ganas de tocar en La Macarena. El maestro Ray disfrutó al máximo la energía del público. Varios de estos músicos veteranos deben ver a Medellín como la puerta de ingreso a su última gran oportunidad en la salsa. El Nuevo Sasón de Ray Olán regresó del futuro.
Héctor Aponte, Jesús Nolasco y José Mangual Jr., con el respaldo de la orquesta La Potente, se encargaron de cerrar el show. La euforia se repitió por quinto año consecutivo. Los peruanos que asisten por primera vez seguro retornan con una pizca de envidia por no tener este tipo de espectáculos salseros en Lima. La realidad es otra. Mientras tanto, el empresario no ha mencionado si habrá una sexta edición de Las Leyendas Vivas de la Salsa. Tampoco sabemos en qué quedó aquello de una caravana de leyendas por algunas ciudades de Colombia. Lo que sí es cierto es que Medellín se consolida en este tipo de espectáculos para el salsero diferente. ¿Se mantendrá en el tiempo? Edgar Berrío tiene la palabra.
