La noche que Lucho Macedo revivió sus años de gloria
El 28 de marzo de 2016, don Lucho, de 86 años, fue aplaudido hasta cinco veces por distintas generaciones. Ocurrió durante la proyección del documental ‘Macedo’, que se hizo en su homenaje. El maestro, como en sus épocas de gloria, esa noche volvió a brillar.

Por: Antonio Alvarez F.
A eso de las 7 de la noche llegué con Martín Gómez, editor de contenidos de Salserísimo Perú, a la puerta de la casa de Lucho Macedo en la calle Sebastián Tellería, en San Isidro. Le avisamos por teléfono que habíamos llegado por él. Tres minutos después abrió la puerta Richard, uno de sus hijos. Ingresamos a la casa y cuando nos dirigíamos a la sala nos topamos con don Lucho. Ahí estaba el maestro, vestido elegante y con esa sonrisa pícara de veinteañero. Estaba iluminado por esa tenue luz ámbar que cae sobre su amplia sala adornada por un imponente piano de cola, tres sillones rojos y un sinnúmero de reconocimientos.
Quince días antes, llegué hasta esa casa con el equipo de grabación del taller El Otro Documental de Docu Perú, para que conozcan en persona a Lucho Macedo, el personaje que elegimos como protagonista de nuestro proyecto documental. Ellos habían aceptado participar atraídos por su trayectoria. ¿Cómo vivía un músico que fue famoso en los años 50 en la actualidad? El propósito que nos trazamos fue retratar esa realidad.
Cuarenta y ocho horas después invadimos la casa de Lucho para rodar el documental que finalmente se titularía ‘Macedo’. Fuimos siete personas, repartidas en dirección, producción, iluminación, cámara, sonido, fotografía y asesoría, concentradas en registrar un día en la vida del admirado pianista que el 18 de febrero de 2016 había cumplido de 86 años.

Cerramos con fuerza la puerta de la casa y junto a Martín y a Richard, llevamos en silla de ruedas a Lucho en dirección hasta el lugar donde se proyectaría el documental. Ese trayecto fue muy especial ya que Lucho sonreía cuando le decíamos que había mucha gente, en su mayoría jóvenes que habían visto el documental, que estaban sorprendidos con su trayectoria y su música.
Llegamos a la puerta del Centro Cultural Cafae de la avenida Arequipa e ingresamos. José Balado, director de El Otro Documental y apasionado de la salsa, fue la primera persona que se acercó para conocer en persona a Macedo. Balado tuvo la deferencia de hacernos pasar para ser los primeros en ubicarnos en la sala pese a que aún no se habían abierto las puertas al público.
Lucho y Richard se ubicaron en la primera fila. Minutos después ingresó la gente. José Balado cogió el micro y luego de agradecer a la gente por su presencia hizo una presentación en público de Lucho Macedo. Esa fue la primera oportunidad de la noche que Lucho se levantó de su asiento para hacer una reverencia a los presentes. Luego de ello, comenzó la proyección del primer documental, luego del segundo y, posteriormente, el nuestro.
Acompañado por mi amigo y co-director del documental, Harold Cespedes, contamos la travesía que pasamos junto a los demás muchachos durante la pre y posproducción del trabajo, y agradecimos a Lucho por el valioso tiempo y esfuerzo que nos brindó. Imposible no reconocer la confianza que nos tuvo para poder permitirnos invadir cada rincón de su casa para cada escena necesaria y acceder a sus archivos personales como casetes de VHS, de audio y todo aquel documento que aportase al proyecto.

Terminado eso, me senté al lado izquierdo de Lucho y en medio de aplausos comenzó la proyección. Luchito pasó los 15 minutos con 42 segundos con los ojos observando el ecran en que se proyectaba el documental. En ciertos momentos susurraba cosas al oío a Richard, quien estaba sentado a su derecha. Incluso ambos se sorprendieron cuando escucharon el audio de Celia Cruz agradeciendo a Lucho durante una presentación en el Tumi.
En los ojos de Lucho se reflejaba la nostalgia y en su semblante esa alegría de estar siendo reconocido como en los años 50 y 60, cuando con su Sonora hizo bailar a medio Lima con lo mejor de la música tropical. Grande fue su sorpresa cuando vio que en un momento de la proyección aparece junto a Rogelio Martínez, Yayo El Indio y Caíto en su casa una tarde de enero de 1987. «Los colombianos matarían por tener ese material», dijo Richard mientras Lucho asentía.
Terminó el video y los aplausos resonaron de cada rincón de ese ambiente. La emoción me embargó y sé que a muchos de mis compañeros también. Incluso al propio Richard y ni hablar de Lucho, quien en medio de su dificultad para levantarse logró hacerlo en agradecimiento a los presentes. Luego se proyectó el último documental y tras la foto grupal de los estudiantes nos despedimos para llevar a Lucho de regreso a su casa.

Luego de unos diez minutos de fotos con la gente pudimos abandonar el lugar. Trasladamos a Luchito en su silla de ruedas mientras reíamos y comentábamos el documental y la emotiva ceremonia y los aplausos en su honor. Cruzamos Juan de Arona y tomamos Sebastián Tellería hasta llegar a la casa de pared de piedras redondas que hace 50 años compró Lucho y que ha visto su vida pasar.
Richard abrió la puerta. Martín le dio la mano a ambos. Me despedí de Richard y a Lucho le di un fuerte abrazo. Noté que su semblante era otro. Estaba emocionado y agradecido. Había vuelto a vivir sus años de fama. La fama de esos años en que deslumbró en Venezuela, México y Colombia. De esos años en que acompañó a Celia Cruz, Rolando La Serie y Tito Rodríguez. De esos años que lo convirtieron en el patriarca de la música tropical en el Perú. Y esa noche jamás la olvidaremos.