Adiós, Nelson Pinedo
Pasan los días y se siguen manifestando los sentimientos de quienes conocieron al intérprete de Momposina. En el siguiente artículo, Umberto Valverde, autor del libro «Memoria de la Sonora Matancera, le rinde su propio homenaje.
Por: Umberto Valverde
Para la celebración de los 65 años de la Sonora Matancera estuvimos en Nueva York, gracias a la invitación de mi amigo Humberto Corredor. Acordamos hacer la entrevista con Nelson Pinedo en el Hotel Wellington, en la 7ª con 75. Era un verano maravilloso de Nueva York. Fuimos con Humberto Corredor, con Heriberto Fiorillo y su esposa Claudia. Después de tres horas de grabación, apareció Tite Curet Alonso. Yo seguí grabando una larga conversación entre ellos dos, donde se remontaron a viejas historias de cantantes. Nos contó una anécdota insólita sobre un cantante cubano llamado Reynaldo Enríquez. Para cerrar ese encuentro, en el cual todos estábamos emocionados, Nelson Pinedo cantó un bolero poco conocido: “Un amor sincero/que nunca encontré/busqué la aventura/hallé desencanto/mi vida en amores/ fue desilusión”. Sin la colaboración de Nelson Pinedo mi libro “Memoria de la Sonora Matancera” no hubiera sido tan completo, tan lleno de detalles y precisiones históricas. La conversación derivó en la crónica que se incluyó en el mencionado libro sobre Nelson Pinedo y otro reportaje con Tite Curet Alonso.
A partir de ahí nació una gran amistad con Nelson Pinedo, cruzada de cartas. En 1991, con la gira anunciada de la Sonora Matancera por Cali (que sería la última), me solicitó coordinar una reunión con Jairo Varela, director del Grupo Niche. Tenía una propuesta que hubiera podido funcionar, pero Jairo Varela no la entendió o no le interesó. Nelson Pinedo salió un poco decepcionado. La propuesta de Nelson Pinedo era hacer una producción de Niche con cuatro cantantes reconocidos en el continente: Entre ellos, Oscar de León, el mismo Nelson Pinedo, ya no estoy seguro si incluía a Olga Tañón y otro más. Jairo Varela, en un momento alto de su carrera, no le pareció viable, pero no se lo expresó, simplemente le dijo: “Maestro, cualquier cosa que piense se la comunico con Umberto”.
Por las noches, en el hotel, especulábamos sobre el destino de la Sonora Matancera, quien sería el indicado para tomar la bandera si Rogelio Martínez muriera. Lamentablemente, la realidad fue más triste, muerto Rogelio, la Sonora se desintegró. Quedaron algunos por ahí, haciendo trabajos independientes.
Nelson Pinedo llegó a la Sonora Matancera para cubrir el vacío de Daniel Santos y llevó la música colombiana a esta gran agrupación cubana. Mi libro “Memoria de la Sonora Matancera”, le debe mucho a Nelson Pinedo porque en ese verano de Nueva York me llevó de la mano a cada habitación y grabé a todos los cantantes y músicos. Nelson Pinedo se ganó una bronca con Rogelio Martínez porque le consiguió un contrato a Bienvenido Granda en Barranquilla.
Después Nelson regresó a Cali porque un viejo tema se pegó. Carlos Córdoba, muy joven, lo acompañó. Estuve acompañándolo casi todo el tiempo, le confesé mi admiración por él y en una tienda, en la esquina de Todelar, lloró y me abrazó.
En esta etapa final, intervine a través de periodistas amigos para que reventara la verdadera situación médica de Nelson Pinedo, que la tenían escondida. Murió en Valencia, gracias a una persona que lo admiraba, bien atendido, pero en pobreza. No alcanzó a regresar a Barranquilla, ni a Rebolo. Otro ídolo colombiano que se muere sin el homenaje que merece. Qué país tan falto de memoria y de justicia. Nelson Pinedo, el más perfecto de los cantantes colombianos, ha muerto.
A Nelson Pinedo se le mira a través de la Sonora Matancera, pero grabó una producción excelente con Ismael Rivera y con Tito Rodríguez, quien le dijo a Nelson: “Te cedo mi orquesta porque tú tienes lo que yo tengo, dicción, la mejor virtud de un cantante”. Álvaro Cabarcas, Pelusa, el pianista emblemático del grupo Niche me mostró hace dos días una versión de Yaré, que grabó como Tommy Olivencia, mucho antes de la de Luisito Carrión. Nelson Pinedo, con Joe Arroyo, son los dos cantantes colombianos de mayor trascendencia internacional, con una trayectoria difícil de igualar.
