Silencio, que Raphy duerme…
Hace tres años, un 5 de agosto como hoy, Salserísimo Perú hizo una crónica de la última visita de Raphy Leavitt a nuestro país. ¿Cómo fue la experiencia? Aquí los detalles narrados por Antonio Alvarez.
Edición: Martín Gómez Valdivieso
A las 11 de la noche del 26 de setiembre de 2013, un nutrido grupo de fanáticos de la salsa nos reunimos en el aeropuerto Jorge Chávez para recibir a La Selecta de Puerto Rico. La orquesta dirigida por Raphy Leavitt llegaba a la capital para tocar en el Festival Viva Ventanilla.
La expectativa era grande porque los músicos volvían al Callao luego de aquellas dos presentaciones memorables en el complejo deportivo Yahuar Huaca, como parte del Festival Chim Pum Callao a mediados de la década pasada.
Conocer en persona, en especial a Sammy Marrero y Raphy Leavitt, fue para muchos una sensación inolvidable por lo mucho que nos habían brindado a través de sus canciones. Para otros no era poco, era reencontrarse con amigos como en el caso de Ángel Chanamé o José Chirinos, dos personajes que forjan una amistad de años.
Luego del recibimiento -llegaron pasadas las 12 de la noche- y los abrazos y fotos respectivas, acordamos visitarlos al día siguiente en el hotel Sheraton, donde se hospedarían y realizarían la conferencia de prensa del evento donde se presentarían, además, Ismael Miranda y Daddy Yankee.
Uno de los momentos que más recuerdo fue cuando un niño trabajador que vendía Olé, olé se acercó a los músicos y, tras percatarse de quiénes eran, les regaló toda su bolsa de dulces. Sammy Marrero se percató del gesto y en agradecimiento por el gesto metió a su mano al bolsillo y le dio una propina de 20 dólares.

Conversación en el hotel Sheraton
Efectivamente, doce horas después muchos nos reencontraríamos en el corredor del hotel con Sammy y Raphy para conversar largo y tendido del ambiente musical, anécdotas y conceptos sobre la salsa. Yo había llegado a cubrir la conferencia como reportero de El Comercio. Esta se realizaría en el Kerobar.

Luego de la conferencia llamé a un lado a Raphy, y me presenté. Me saludó cordialmente y tomó asiento. Detrás de esos lentes bifocales, estaba uno de los personajes más creativos del pentagrama salsero. Director de orquesta, pianista, productor, compositor y arreglista, con 50 de sus 66 años de vida dedicados a la música.
Raphy recordó casi de inmediato la última presentación en el Perú (año 2007): “Fue en el coliseo Yahuar Huaca del Callao. Aquella vez los chalacos se desbordaron en cariño. Ver a todo ese marullo de gente cantando, aplaudiendo, bailando nuestros temas… Eso no se olvida, es una huella muy profunda que marcó nuestros corazones”, me confesó.
En esa misma conversación, Raphy distinguiría al concepto musical de La Selecta de otras agrupaciones importantes de Puerto Rico como lo son El Gran Combo y La Sonora Ponceña, para muchos, las más emblemáticas de la Isla.
“Nos distinguimos de las demás orquestas porque llevamos un mensaje de amor y paz, de aliento, que busca sembrar una semilla en el alma del pueblo. Ese fue el motivo principal por el cual se creó la orquesta. Esperamos algún día cosechar esos frutos, ¿Cuáles son?, que haya justicia social y que todos en América Latina seamos iguales”, añadió.
Luego de la entrevista lo llevé al piano blanco que decora el salón Paracas para hacerle unas fotos. Allí fue cuando muchos nos retratamos con él sin pensar que poco tiempo después nos dejaría para siempre.

Esa misma tarde conocí a Edgard Nevárez, primera trompeta y mano derecha de Raphy dentro de la dirección de la agrupación. Edgard, mi amigo Martín Villacís y mi colega Martín Gómez (miembro de Salserísimo), dimos un paseo por el centro de Lima y terminamos la jornada en una de las mesas del bar Queirolo, del Centro Histórico de Lima.
Edgard había sido durante 20 años director de la orquesta de otro grande de la salsa: Tommy Olivencia. Así que entre reses de pisco conversamos detalles de su carrera. Hoy, el maestro de la trompeta y también director de La Trópica, está encargado de atender las inquietudes de la prensa internacional para reseñar los pormenores del velorio y el entierro de Raphy, su amigo.
Copas van, copas vienen, en un momento de la reunión Edgard contó que una vez Raphy y sus músicos fueron contratados para tocar en un funeral, en Puerto Rico. El pago era bueno y los interesados solo exigían dos cosas: que toquen encima de un camión y suenen un solo tema: La cuna blanca. Así lo hicieron durante varias horas. Al término de la jornada y luego de varios disparos al aire por parte de los deudos, Raphy y compañía comprendieron que habían tocado para un grupo de sicarios.

Rumbo a Ventanilla
Para el show del Festival Viva Ventanilla los mismos que los habíamos recibido en el aeropuerto habíamos armado, con varios días de anticipación, nuestro plan para poder acompañar a La Selecta en la que sería su último toque en el Perú. Quizás algo presagiábamos y, en ese momento, no lo sabíamos.
Como nunca, alquilamos una combi a la que nombramos PPCombi (en honor a la Peña del Piso Quinto ó simplemente PPQ). Luego de estar completos tomamos -literalmente- el distrito más norteño del Callao.
Aún recuerdo que la idea era ir escuchando el repertorio de La Selecta pero fue grande nuestra sorpresa cuando nos dimos cuenta que el vehículo carecía de equipo de sonido. A cantar se ha dicho: unos más desafinados que otros. Así que, con la combi repleta, nos fuimos coreando temas como: “La cuna blanca”, “Soldado” y “Payaso”.

Con maracas, claves y güiros llegamos al show realizado en la cancha de fútbol ubicada al ingreso de la urbanización Antonia Moreno de Cáceres. Las colas para el ingreso eran inmensas. Efectivamente, minutos después el lugar se llenaría de bote a bote.
‘Mi barrio’, ‘Somos el son’ o ‘Siempre alegre’ se adueñaron del recinto. ‘La cuna blanca’, por su lado, sería uno de los temas más cantados. Se ha hecho costumbre que cada velorio en el Callao tenga a este tema como protagonista de las emociones de los deudos. Es interpretado por Sammy Marrero, quizá el cantante más humilde y sencillo que se ha visto en la salsa.
Hoy Raphy se ha ido. Y seguramente, en el corazón de muchos chalacos, como de tantos puertorriqueños o latinoamericanos amantes de la salsa, el sentimiento se ha quedado en pausa. Hay un silencio musical. Como aquel mismo silencio que reclamaba Sammy cuando interpretaba el tema ‘Mi Barrio’. A nosotros nos queda decir, silencio, que Raphy duerme.
Foto de portada: cortesía El Vocero de Puerto Rico