Umberto Valverde: «Creo que he dejado una huella en Cali»
El cronista colombiano nos habla de la salsa, el periodismo y su más reciente condecoración con la Medalla de Orden de la Independencia Santiago de Cali.

Por Antonio Alvarez Ferrando
¿Qué es la salsa para usted?
Es una pregunta muy compleja, porque si bien yo soy partidario de los que sustentamos que nació en Nueva York, producto de una fusión de sonidos y experiencias musicales del Caribe, uniéndose sobre todo al jazz, fue la manera de “vender” un producto musical bajo el sello Fania, idea de Izzy Sanabria en el mercado americano, avalada por Masucci y Pacheco. En cambio, los cubanos siguen pensando que no existe la salsa sino que todo es música cubana, claro ellos en su aislamiento quedaron desactualizados como 25 años.
¿Qué recuerdos tiene de la primera salsa que escuchó en su vida?
Yo nací en el barrio obrero de Cali. Lo primero que escuché fue la música cubana, básicamente Sonora Matancera y Pérez Prado. En mi juventud, fue la pachanga, pero no la cubana, sino la de Nueva York, la de Pacheco, Palmieri, Sexteto La Plata, Randy Carlos, en fin, tantos grupos. Después llegó el boogaloo, Richie Ray fue a Cali en 1968, y, después todo se llamó Salsa.
¿En qué momento de su vida se vuelve seguidor de la salsa?
Con la respuesta anterior sustento, que mi vida es música, por eso Cabrera Infante me otorgó un calificativo que a muy pocos le dio, que yo tenía “la música adentro”. Con la música adentro, desde niño, antes de hablar, la música estaba en mi casa, en mi esquina, en el cine, en el barrio.
¿Cómo decide especializarse en salsa?
Yo empiezo a escribir en el bachillerato. Entre los 17 y 19 escribo ‘Bomba Camará’, un libro de cuentos, donde aún antes de leer a Cabrera Infante, yo exploro la manera de introducir la música dentro del texto narrativo, en eso soy, creo humildemente, un adelantado. Después Cabrera Infante es el maestro de esta narrativa.

¿Recuerda cuál fue la primera crónica salsera que escribió y en qué medio se publicó?
En mi literatura lo hice primero, después años más tarde, en el periodismo, que empecé a ser muy joven en México donde viví entre 1970 y 1971. Tuve gran acogida en los medios literarios gracias al apoyo de Gustavo Sainz, un novelista mexicano que tenía muchísimo éxito, y Álvaro Mutis, gran poeta colombiano, que era como mi tutor, algo parecido ejerció él sobre Gabo.
Usted fue un testigo privilegiado de la ebullición de la salsa. ¿Cuál es el primer recuerdo que se le viene a la mente si le hablo de Nueva York?
Todo ocurre a partir de 1980. Humberto Corredor, amigo de infancia del barrio, se fue a Estados Unidos, se convirtió en coleccionista, llegó a tener una colección de 25 mil piezas únicas, dueño de discotecas, propietario de siete sellos disqueros, entre ellos El Abuelo y Caimán Records. Era una especie de protector y empresario de la Sonora Matancera, compadre de Celia Cruz, una persona muy poderosa en el mundo musical de Nueva York, además Larry Landa, quien fue el primer manager de Fania para Sudamérica, con ellos de la mano, Nueva York era como el barrio obrero, todo estaba a la mano.
¿Cuál es la mejor voz de esa época que lo haya impresionado y haya considerado un placer escuchar?
Muchos, pero siempre he sido incondicional de Bienvenido Granda, de Tito Rodríguez, claro de doña Celia Cruz. Por supuesto, de la joven generación Fania, Miranda, Lavoe, Cheo Feliciano.
¿Cuál considera que es o fue el mejor sonero que haya dado la salsa?
Es bien complicado, no mencionar a los pioneros cubanos, auténticos soneros, pero para unir eso a la vida contemporánea, diría que Oscar de León.

Si pudiera enumerarme a tres músicos extranjeros que influyeron en el sonido y creación de la salsa colombiana, ¿quiénes serían?
La salsa colombiana, si bien puede llamarse así, término que no le gustaba a Jairo Varela, nació de la música cubana de antes y de la experiencia de Nueva York. Fruko empieza a grabar salsa porque la disquera le dice copie esto de Oscar de León, copie esto de Fania, así. No es igual con Varela, Jairo crea un sonido único, con toda esa música, donde le incluye su acento pacífico y crea lo que se llama “el sonido Niche. Joe Arroyo también es muy original, toma sonidos del Caribe inglés y francés, y los combina.
¿Quiénes serían los tres pilares de la salsa colombiana?
Yo sostengo que hay tres sonidos que se reconocen en el mundo, en cualquier parte, Fruko, Joe Arroyo y Grupo Niche. Claro, la huella de Niche es inmensa por la fuerza de Varela como compositor.
Con qué voz se queda: ¿Joe Arroyo o Piper Pimienta?
Quiero mucho a Piper, fue mi amigo, pero Joe Arroyo es universal, era un caballo en la tarima, un fuera de serie. A mí me toco que verlo, siendo director de la Feria de Cali, su orquesta, Joe Arroyo y yo, manejando la logística. Un caballo.
¿Niche es el sonido representativo de la salsa colombiana?
Niche es la máxima expresión de la salsa de Colombia. Después de Jairo, muchos de los cantantes y bandas que existen siguen su modelo, trabajaron con él, fueron sus discípulos, siguen sus formatos, no hay innovación después de él. Varela era un visionario.
¿Jairo Varela es el compositor emblemático de la salsa colombiana?
No solo de Colombia, es uno de los tres mejores de la salsa, con Tite Curet y Rubén Blades.
¿Prefiere las crónicas sociales o los temas de amor de Niche?
Jairo Varela tenía talento para todo, cada época fue buena, dejó 210 canciones, más de 150 éxitos.
Usted ha dicho que Cali conserva la memoria musical de Cuba. Bajo ese concepto, ¿qué papel juega hoy el Barrio Obrero Cali?
El barrio obrero existe, acaba de cumplir 100 años, pero el barrio de mis libros es el que está en mi literatura, lo que queda, como ocurre en muchas ciudades latinoamericanas, es un gran deterioro. Claro, hay unos cuantos buenos bares, pero para mí, mi barrio obrero está en mi memoria, no existe como tal.
Volviendo al lado periodístico… Usted ha llegado a entablar una gran amistad con muchas leyendas de la salsa. Al sentarse frente a una hoja en blanco ¿cómo logra discernir entre amistad y periodismo?
Es muy complicado. Tito Puente se enamoró de mi libro sobre Celia Cruz, quería que yo escribiera su biografía, yo le dije que no, se espantó, le expliqué que mi perspectiva con Celia Cruz era desde el barrio obrero, con él tendría que meterme en Nueva York, en la cultura del inglés, y no lo lograría, me pregunto qué cuanto tiempo necesitaba para eso, le dije que no, que mi respeto por su obra era inmenso. Conozco grandes músicos, amigos míos, sobre los cuales no he escrito ni una columna de periódico.

¿Alguna vez perdió una amistad o se ganó alguna discrepancia por contar una mala performance o historia sórdida de algún artista? Si sucedió, ¿recuerda alguna?
Los músicos jóvenes quieren elogios, se enojan si uno los critica. Pero con respeto deben entender que con mi trayectoria puedo dar palos y no lo hago por mal, sino para dejar un concepto claro sobre algo que no me gusta. Claro, he tenido grandes descontentos.
Respecto a este punto, hace unos días republicamos en Salserísimo su crónica “El cantante ya no canta, que cante su gente”, y muchos fans de Lavoe se ofendieron y consideraron que usted se ensañó con Héctor porque describía con crudeza esos encuentros. ¿Qué les podría decir?
Yo conté la cruda realidad. Con respeto y admiración. Lavoe es un cantante único, no el mejor, pero cantaba con la muerte adentro, tenía algo especial. No hay que mitificar a Lavoe, hace poco tuve una hermosa conversación con Ismael Miranda, su mejor amigo, recordando detalles que yo no conocía. Su visión es muy hermosa pero dura.
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¿Cuáles son los 3 mejores conciertos de salsa a los que asistió en su vida y otros 3 a los que les hubiera gustado asistir?
El concierto de Fania en Cali, 1980. Un concierto de Grupo Niche, en el teatro Municipal, creo 1985, no estoy seguro, fue apoteósico, su época de oro. El concierto de los 65 años de la Sonora Matancera en el Parque Central de Nueva York, 1989. Se quedan muchos otros, maravillosos.
Luego de su más reciente condecoración con la Medalla de Orden de la Independencia Santiago de Cali ¿considera que este reconocimiento refleja que su labor como difusor de la salsa han valido la pena?
Estoy muy contento, siempre es bueno que le den un premio a uno en vida. Mucha gente hablará bien de uno cuando muera, eso no sirve. Creo que he dejado una huella en Cali, como escritor, gestor, director de eventos, como crítico, polemista, como periodista, claro he dejado una memoria de mis hechos.
Si le pido una canción que resuma la vida de Umberto Valverde o lo haya inspirado en estos años, ¿cuál sería?
Mi memoria es una pianola, un tocadiscos, es injusto mencionar pocas. Me quedo con voces, Bienvenido Granda, Celia Cruz, Benny More, Tito Rodríguez, Cheo Feliciano, Grupo Niche, Fania, temas de la Sonora Ponceña, me encanta Frankie Ruiz, Oscar de León, Joe Arroyo.
¿Qué recomendación tiene para los jóvenes periodistas que buscan escribir sobre música y sus protagonistas?
No escribas de lo que no que conozcas.
¿Podría recomendar tres libros sobre salsa?
Sobre salsa no, sobre literatura, Cabrera Infante, Cristóbal Díaz Ayala, mi maestro, y, bueno, los míos.
Finalmente, ¿cómo le gustaría ser recordado?
Como Umberto Valverde.