«Alexis Lozano: el músico total», por Umberto Valverde

Estábamos en una rumba de amigos, después de haber organizado la Feria de Cali de 1989, en el sector de Pance y se fue la electricidad a causa de un tormentoso aguacero que cayó. Las agrupaciones que vinieron a tocar se fueron a la hora y para salvar la reunión apareció Alexis Lozano quien convocó a todos a prender velas, que no sé de dónde aparecieron, y empezó a tocar guitarra. El Pacífico entero apareció en su voz y en las cuerdas de una guitarra. Lo que pensamos iba a ser un desastre se convirtió en una noche luminosa, radiante, con el poder de un músico que encantó a todos. Hizo falta noche.

Alexis Lozano (Foto: Cortesía tuzonaelite.com)
Alexis Lozano (Foto: Cortesía tuzonaelite.com)

Por: Umberto Valverde

Desde entonces, mi amistad con Alexis Lozano ha sido especial: nos une la música, la rumba y una buena conversación. He venido hasta su casa, en Ciudad Jardín, al sur de Cali para conversar porque hace mucho tiempo no habla con un periodista. Sin embargo, él no lo hace desde esa perspectiva, me reitera que poco le interesa, pero que quiere hablar conmigo.

El coleccionista Sergio Santana Archbold de Medellín, autor de varios libros, entre ellos “Mi salsa tiene sandunga y otros ingredientes”, dice respecto al director de Guayacán: “Alexis Lozano no es un músico polémico, es un músico innato, realista y frentero, su gran talento lo ha llevado a los sitios en que hoy esta, pero su carácter  frentero y directo, le ha traído problemas con los administradores de la diversión en nuestro medio. No es solo ser un buen músico, es darse respeto ante los colegas y los aficionados y Alexis camina por estas calles de sinceridad y merece nuestro apoyo”.

En la sala de su casa, en la casa 8, encuentro un piano, un bajo,  dos guitarras, timbales, un saxofón, un cencerro, unas maracas, claves, un computador y una cachucha. Encima de la mesa hay un libro fotocopiado en portugués: Sete cordas, técnica e estilo,  de Rodrigo Caetano. Después aparece Alexis Lozano, en shores azules y una camiseta blanca.

Cuando el fotógrafo intenta hacerle una foto, se tapa.

-Todavía no, tampoco empecemos a grabar Umberto, quiero que escuches esto.

Conecta el computador a un amplificador y escuchamos seis boleros de Alfonso Córdoba Mosquera, El Brujo, quien murió hace poco, a los 83 años, después de recibir un reconocimiento en el Festival Petronio Álvarez y la Gran Orden del Mérito Cultural del Ministerio de Cultura. Alexis Lozano me cuenta que dos años antes de morirse lo tenían en un tratamiento y él se lo llevó a su casa, lo cuidaba con comida natural, y le grabó 25 boleros, acompañado por Richie Valdéz, Juanito, Wilson Viveros, Máximo Torres, Ostual Serna y Shakaito. También escuchamos tres temas más rumberos, uno del Cauca. Todo esto tocado por una guitarra de seis cuerdas, que es más grave, florida y que sustituye al bajo. Entre los boleros hay una versión magistral de Perfume de Gardenias. Es un trabajo que amerita ser publicado, todavía no sabe cómo. Es una joya. Después de esta introducción permite que empecemos a conversar grabando.

-¿Quién es Alexis Lozano hoy en día?

Es un hombre que se ha entregado la vida a la música, se ha convertido en un investigador del pacífico colombiano, es un defensor del género salsa en Colombia.

-¿Tú me dijiste hace unos meses, oyendo músico, yo no soy un músico del Pacífico ni salsero, yo soy un músico, en realidad, que querías decirme con esa frase?

Cuando nosotros hablamos, tú y yo, por nuestra amistad, porque tú conoces varios perfiles míos, el músico que toca la guitarra, el músico que conoce el bolero, como el músico que aprendió en la catedral de Quibdó, porque la gente  me relaciona solamente con Guayacán, que evidentemente es mi actividad más pública, entonces cuando me encasillan me molesta, yo soy más que eso, yo soy músico, la salsa es un género que amamos y disfrutamos mucho, tampoco soy folclorista porque domino las expresiones musicales del Pacífico, tampoco, soy músico. Eso es lo que quería explicarte con esa frase y me parece perfecto que pueda hacerlo en su verdadera perspectiva.

-La relación de Nino Caicedo contigo ha funcionado positivamente, ha sido buena para los dos, cómo es hoy en día esa relación si tú eres una persona dionisiaca y él es un hombre religioso?

-Yo también soy un hombre de Dios, tengo la formación cristiana, así sea un rumbero, pero yo busco los caminos del bien, yo sigo los diez mandamientos. Es la misma de siempre, es el buscador de dios, yo también. Él es más recatado, yo soy rumbero, pero somos de la misma esencia de Quibdó, del Río Atrato de San Pacho, de la bohemia, cada quien lo maneja a su manera.

-¿Uno puede encontrar a Dios en el placer?

Obviamente, el placer lo creó Dios.

Lozano fundó Guayacán en Bogotá pero sostiene que los llamados de Jairo Varela lo hicieron irse a Cali. Sostiene que se hubiera podido mantener ahí, en la capital, pero sin duda encontró que Cali era el fortín de la salsa. Ahora reconoce que “me convertí en caleño por adopción, reconozco que yo soy más caleño que de la tierra donde nací”.
Avanzamos en la conversación, un tema que es indispensable para entender la importancia de Quibdó en la salsa colombiana.

-En las diferentes ocasiones que hemos hablado de los orígenes musicales tuyos, y de Jairo Varela, creí que era difícil entender esa relación simultánea con el Pacífico y el Caribe, pero tú hablaste del Atrato como una gran metáfora.

Mis padres, que eran educadores, como lo soy yo, me enseñaron que el Chocó ocupa el 50% del Pacífico, el resto es Valle, Cauca y Nariño. El único río que pertenece al Pacífico y vierte sus aguas al mar Caribe es el río Atrato, nosotros tenemos una mixtura, la caribeña y la del pacífico, tenemos una diferencia y riqueza. Somos como la combinación perfecta. Los acordeones del Río Atrato, nos relacionábamos con la Guajira y Valledupar, de ese folclore, oíamos la música de Celia  Cruz y también de Cortijo de Puerto Rico, escuchábamos radio Santa Fe, apreciamos a Oriol Rangel, el trío Morales Pino, es un ángulo privilegiado, el ángulo noroccidental de Colombia. Sin duda, las dos agrupaciones más importantes de la salsa son grupo Niche y Guayacán, ambas con orígenes de Quibdó.

-Cuando el Petronio Alvarez nació tú lo recibiste con entusiasmo, tanto que llegaste a producir a varios grupos, entre ellos Saboreo con el tema La Vamo a tumba, que fue éxito de Feria de Cali, convirtiéndose en la primera canción del Pacífico que conseguía ese honor

Yo miro al Petronio Álvarez como una gran ventana y lo vi con gran beneplácito. Después vi que ese evento no toma el rumbo que yo esperaba y termino dándole la espalda, porque considero que no adquiere la dimensión ideal para ser una plataforma de lanzamientos de talentos, en realidad si haces una revisión son muy pocos en tantos años ya, sin embargo, digamos que eso está en proceso.

-En diferentes oportunidades he expresado que es lamentable que el Petronio Álvarez no tenga en cuenta los conocimientos de Alexis Lozano sobre la música del Pacífico, a mi parecer tú eres el que mejor conoces ese fenómeno. ¿Cómo miras este evento hoy en día?

Un festival se hace para descubrir nuevos talentos, nuevas canciones y darles proyección mundial, en el caso del Petronio Álvarez no se da ese caso. Es estéril, es repetitivo, y no produce nada nuevo. ¿Que diga el público cuántos son los artistas que han salido de ahí? Cuántos son los nuevos grupos que se han lanzado a partir del Petronio? En realidad, contados con los dedos de las manos, muy pocos para tantos años. Yo estuve en un grupo asesor, básicamente por interés nuestro, pero nuestros consejos no fueron considerados. Enviamos un gran documento con Nino Caicedo. Yo estoy para construir y no para pedir.

-Tu relación con Jairo Varela era extraña, ustedes polemizaban continuamente, sobre todo tú, pero al mismo tiempo eran muy amigos, mientras la prensa comentaba sus declaraciones, ustedes hablaban por las mañanas. ¿Cómo sientes hoy la ausencia de Jairo?

Esa muerte de Jairo me perjudico, ya no tengo con quien pelear, se acabó el mano a mano. Éramos de la misma ciudad, teníamos vocaciones iguales, rivalidad, él sentía incómodo por guayacán, nos queríamos y disfrutábamos el antagonismo musical.

-Te quiero consultar una cosa: recientemente yo descubrí el tema Niche como yo, cantado por Jairo Varela, antes de la grabación de Daro. ¿Quiero saber si tú la conoces y si hiciste parte de ella?

Ni yo me acordaba, eso lo hizo Jairo antes de llegar a Bogotá. Él estaba haciendo un grupo, había hecho un intento y seguramente ese tema pertenece a esa época. También me dijo se llama grupo Niche. Pero nuestra primera grabación fue Al Pasito con discos Daro. De manera, que tú tienes razón, muy pocos conocíamos ese tema.

-Ese pronunciamiento que tú hiciste en las canchas Panamericanas en una Feria de Cali, que armó una gran polémica, que fue ratificado al día siguiente en el hotel Intercontinental con la prensa, con el apoyo de Jairo Varela y también el mío, valió la pena?

-Ese fue el madrazo más grande de la tierra. Cuando yo lo digo es frente a un numeroso público, que tuvo mucho eco y estaban todos los medios. Lo hice porque había maltrato, quizás no fue bien dirigido, pero produjo su efecto.

-José Aguirre me comentó que se encontró en este diciembre contigo, y tú le dijiste: José, no te parece que valió la pena? Aguirre me dijo, claro Alexis, todos los camerinos son iguales. En las mismas condiciones que los extranjeros, como debe ser. Alexis Lozano, el músico total, como lo aprendió con en la catedral de Quibdó. También le queremos consultar sobre el panorama actual de la llamada salsa caleña, que aparentemente muestra un resurgimiento. Mi interrogante va sobre ese sentido, para que lo certifique o lo niegue.

Tú tienes razón, hay una evolución, hay mejores instrumentistas, mejores pianistas, mejores vientos, coristas. Pero no veo músicos creativos, no hay compositores nuevos, salvo la propuesta salsa choque, que no está manejada por músicos estructurados, pero si gustó aquí también impacto en otras partes, porque la pauta la da Cali, si salsa choque llena la pista en Cali de igual manera llenará la pista en Europa y en la China. Continuando sobre la pregunta, comparto ese criterio, trabajo con varios de esos músicos jóvenes, están en Guayacán, pero considero que falta liderazgo creativo, eso no existe. Eso es parte de un proceso, cuando llegamos a Cali con Jairo Varela, las agrupaciones tocaban la música que oían en la radio. Solo nosotros tocábamos lo nuestro. Diría que no hay motivación para hacer lo propio y no hacer lo ajeno, como hicimos nosotros, tanto Niche y Guayacán, que surgimos con nuestras historias y nuestro estilo.

Hoy es un día normal en la vida de Alexis Lozano, a veces se despierta temprano, a veces sobre la diez, y se invoca a Dios porque le encanta estar vivo y vacilarse la rumba. A veces va al parque de la Salud a caminar y trotar o hace natación cuando el sol calienta fuerte. Es amante de una alimentación basada en comida de mar, mariscos, vegetales y queso, algo de carne y nunca pollo. Por la noche practica algún instrumento, la guitarra o el bajo y termina viendo algo de televisión. Escucha música clásica, jazz o música brasilera. “Me dice: “Los americanos y los brasileños siempre están muy adelantados en la ejecución de los instrumentos”.

En los fines de semana, si hay conciertos en Juanchito o en Mega, se aparece por esos sitios, bien acompañado, le encanta las mujeres bellas y es conocido por sus gustos. También se pasa por Zaperoco porque es salsa dura, nada de crossover. Para finalizar, le pregunto por Guayacán:

-Estamos en un alto en el camino, no quiero ser repetitivo, digamos que estamos detenidos o parados, pero en busca de la reflexión. Quiero recoger y proponer algo diferente a lo que ya he hecho en este ciclo de los primeros 25 años de la agrupación.

Para despedirme le propongo que haga un concierto en Zape, en una actividad que iniciaremos pronto de experimentación, para que toque 7 instrumentos, quizás acompañado por una pequeña base. Le suena la idea, me mira y habla como encontrando la forma: “Habría que pensar un tema para cada instrumento. Se le puede dar ese gusto al melómano. Hay que lanzarse al vacío”.

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